- - - Merienda Solidaria - -

No sé cómo contarlo,
pero yo así lo viví,
jugaba un niño solo
en un parque abandonado.

Él no tenía amigos
ni abuelo con quien jugar,
pero su fiel y viejo perro
la pelota le sabía parar.

El niño se lo decía,
¡Bartolo vete "payá"!
Y el perro le obedecía,
qué leal pareja,
perro y niño,
dos amigos sin igual.

Del zurrón él se sacó
un mendrugo de pan, 
pan duro, sin nada más,
si, amigos, nada para mezclar.

Feliz aquella pareja
el parque abandonó
dirigiéndose a una cabaña
donde la vieja abuela
un plato de sopa le preparó.

No tenían nada,
mas la pobreza era su hogar,
un jergón y cuatro harapos
y una sopa que parecía…
sucia agua de fregar.

Yo, avergonzado,
a mi casa me marché
y os juro amigos,
que esa noche no cené.

Rápido, al otro día,
mi desayuno y cena
les llevé, ¡qué cosas!
se llenan los políticos
de verborrea y la gente sin comer.

Para qué tanto discurso,
para qué tanto proclamar
todos prometen arreglar el país,
y los pobres sin cenar.

Desde entonces, todos los días,
al parque suelo ir a jugar
con aquel viejo amigo
que mi merienda suele esperar.

El perro me lo agradece,
el niño, deseándolo está,
la abuela espera tranquila,
pues sabe que su nieto merendará.

Este gesto tan humano,
que no tiene nada de heroicidad,
si lo practicaran los políticos…

Cuantos niños no se
quedarían sin merendar,
¡qué ingrata, esta sociedad!
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Autor: Tony CosIm
Torrevieja - España
Derechos de Autor Reservados
7 - 8 - 2018


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